Su vida y ella se dieron la mano y finalmente hicieron amistad
luego de tanto pelear, de ella darle todo y ella pedirle más
Pensó que sus verdaderas amigas eran la Rabia, la Pena y la Soledad
Pero ellas le negaron todo, ¿una alegría? ¡jamás!
Un día le confesó a su vida todas sus penurias, sus llantos y su dolor.
La vida escuchó con infinita paciencia,
finalmente y dándole aliento, la vida le dió su regalo más valioso: el tiempo,
para que con él pudiera comprarlo todo, solamente debería pagarlo con honor.
Su vida y ella son ahora una sola,
siempre que no quiera burlarla, ni aventajarla.
Su vida le da todos los gustos, que con la aceptación se puedan saborear.
Su vida y ella se dieron la mano,
unicamente tuvo que sintonizar su alma a su compás.
Su vida y ella son ahora una sola, por fin hicieron amistad.
Fabiola Dueri Sonderegger