jueves, 8 de noviembre de 2012

Me he convertido en cajero automático


Un 23 de diciembre , por medio del los voluntarios de un centro de llamadas, se puso en contacto conmigo una mujer de al rededor de 40 años. Lloraba desesperadamente, y procedió a contarme su historia.
En Septiembre se lesiona la espalda en unos trabajos comunes de limpieza de una casa, oficio al que se dedicaba. Sin darle importancia siguió trabajando y luego de dos semanas casi no podía moverse del dolor, por este motivo no puede ir a trabajar regularmente y pierde uno tras otro sus trabajos de limpieza. Hace los gastos necesarios para transportarse a un médico voluntario que atiende inmigrantes sin papeles, paga algunas medicinas, paga su alimentación y el mes de alquiler de la habitación en casa de una persona, que vive de alquilar habitaciones a inmigrantes y aunque hizo todo lo posible para que el dinero alcance simplemente se esfumó. La Dueña de casa en cuestión, al verla un poco repuesta, le pide que abandone la casa si no puede pagar. Tras una desagradable discusión sale del lugar y es acogida por un par de amigas, pero en un lugar muy pequeño, para no incomodar trata de solo volver a dormir y pasa el día en la calle intentando buscar trabajo, pero estamos hablando ya de la segunda semana de diciembre, con unos pocos billetes en el bolsillo, comienza a desesperarse, al volver al lugar de las amigas para dormir, se encuentra con la horrible escena dela policía deteniendo a las dos amigas y al novio de una de ellas, se esconde tras un árbol raquítico sin hojas y comienza a ir en dirección opuesta con el pánico de que la arresten también.
Sus últimos cinco años como inmigrante sin papeles fueron tan tranquilos, en un país tranquilo, al principio fue difícil encontrar trabajo pero luego todo marchó sobre ruedas, para evitar las tentaciones de gastar el dinero que iba ganando, tomó la costumbre de quedarse con lo necesario y mandar todo lo demás para que su madre se ocupara de su hija de 12 y su hijo de 5. Con el paso de los años su hija con 17 terminó este año el colegio y ya podía estudiar una profesión y el niño había crecido sin privaciones. Sintiéndose enferma y agotada decidió llamar a su familia. Compro una tarjeta de teléfono busco una de las tan escasas cabinas públicas y le contesto su hija que le hablaba del año nuevo y de la fiesta a la que estaba invitada. Ella le dijo “ hija y si me volviera, ya tengo ganas de estar con ustedes” solo se escucho un silencio y la jovencita siguió hablando de las cosas cotidianas como si no la hubiera escuchado, al repetirle la madre la frase la hija contestó : “ mamá pero a mi me hubiera gustado que me pague la universidad , ya fui a la pre-inscripción a una privada.....”
Pásame a tu hermano le dijo y escucho como el niño decía que no quería hablarle que mas un rato estaba con la X-Box . pásame a tu abuela. Se puso la abuelita al teléfono y le dijo ya en serio “ mamá estoy con ganas de volverme, del ultimo dinero que mandé hágame por favor un giro, necesito comprarme un boleto para regresar lo mas pronto” y se escuchó de nuevo silencio “ hija, no te puedo hacer un giro con la plata que mandaste, como no has estado mandando los últimos dos meses he gastado de ahí” si mamá pero yo he mandado mucho mas dinero que eso, así que saque por favor dinero de la cuenta y hágame un giro” no puedo hija, le he prestado algo de dinero a tu hermano para arreglar su taxi que lo choco en los carnavales y  el resto lo he gastado en ayudar a tu hermana con esto que la dejo su marido y ahora esta enferma parece que tiene cáncer....” llorando esta entrañable mujer me decía, se gastaron todo el dinero de mi trabajo y querían que mande todavía más, estoy enferma, mañana es noche buena y no tengo a donde ir y ni me preguntaron por qué quería volver, me he convertido en un cajero automático”.
Para mi este es un buen ejemplo de la doble explotación. Del desamparo de las personas inmigrantes en las sociedades de acogida, pero a la vez de la frialdad con la que sus propias familias las someten a la presion de enviar dinero para la subsistencia del conjunto, olvidando un poco la dimensión humana.

No hay comentarios:

Publicar un comentario